15/4/10

Mares y Oceanos

La masa de las aguas que cubren las depresiones de la corteza terrestre forma mares y océanos, que ocupan siete de cada diez partes de la superficie del planeta. Junto con los rios y lagos forma lo que llamamos hidrosfera.

El océano se suele dividir en Atlántico, Pacífico e ïndico, como grandes unidades, relacionadas entre si mediante los océanos o mares polares Ártico y Antártico. A su vez, hay zonas delimitadas de cada océaco, cercanas a los continentes o incluso interiores, que forman los mares regionales.

Cuerpo de Agua Superficie (km²) Prof. media (m) Prof. máxima(m)
Océano Pacífico 165.200.000 4.282 11.000
Océano Atlántico 82.400.000 3.926 9.200
Océano Indico 73.400.000 3.963 7.460
Océano Artico 14.100.000 1.205 4.300


Las aguas oceánicas

Desde que se formaron, hace casi 4.000 millones de años, los océanos contienen la mayor parte del agua líquida de la Tierra. Su funcionamiento determina el clima y permite explicar la diversidad de vida que hay en nuestro planeta

Llamamos océanos a las grandes masas de agua que separan los continentes.

Dentro de los océanos se llama mares a algunas zonas cercanas a las costas, situados casi siempre sobre la plataforma continental, con profundidades pequeñas, que por razones históricas o culturales tienen nombre propio.

En los océanos hay una capa superficial de agua templada (12º a 30ºC), que llega hasta una profundidad variable según las zonas, de entre unas decenas y 400 o 500 metros.

Por debajo de esta capa el agua está fría con temperaturas de entre 5º y -1ºC. Se llama termoclina al límite entre las dos capas. El agua está más cálida en las zonas ecuatoriales y tropicales y más fría cerca de los polos y, en las zonas templadas. Y, también, más cálida en verano y más fría en invierno.

El Mar Mediterráneo (y otros mares interiores) es una excepción a la distribución normal de temperaturas, ya que sus aguas profundas se encuentran a unos 13ºC. La causa hay que buscarla en que está casi aislado al comunicar con el Atlántico sólo por el estrecho de Gibraltar y, por esto, se acaba calentando toda la masa de agua.


Océanos

El Océano Pacífico es el mayor del planeta y se extiende desde las costas orientales de Asia hasta las occidentales de América. Su relieve marino se caracteriza por una gran llanura abisal en su parte central y la dorsal oceánica que discurre frente a las costas de América u que gira ante la Antártida para llegar a Australia.

El Océano Atlántico se extiende desde Europa y África en su ribera oriental, hasta América por la occidental. La característica más relevante de su relieve submarino es la enorme dorsal Atlántica, que lo recorre desde Islandia hasta cerca de la Antártida.

El Océano Índico se extiende entre las costas orientales de África, el sur de Asia, Australia y la Antártida. Es el más cálido y también el que tiene mayor salinidad. Su fondo se caracteriza por una dorsal central que desciende desde la Península Arábiga y se bifurca en dos en su punto medio, una rama que se dirige a Sudáfrica y la otra hacia Australia.

El Océano Ártico es especial. Algunas clasificaciones lo consideran, símplemente, como un ensanchamiento por el norte del océano Atlántico, aunque también se halla en contácto con el Pacífico a través del Estrecho de Behring. Durante todo el año un extenso casquete de hielo protege al Océano Ártico de las influencias atmosféricas y de esta manera estabiliza la estratificación de las masas de agua.

El desarrollo del litoral marino

Cuando hablamos del litoral y, en general, del mar debemos precisar a qué zona nos referimos. El mar lo podemos delimitar de acuerdo con las directrices jurídicas que tipifican la zona marítimo-terrestre (la playa), las aguas interiores, el mar territorial, la zona económica y plataforma continental y, a partir de las 200 millas mayoritariamente, las aguas internacionales. Pero también lo podemos definir por sus características biológicas y entonces distinguimos entre las zonas nerítica, pelágica y batial.

En realidad, sea cual sea el concepto, la problemática ecológica marina la sufren básicamente las llamadas aguas costeras, pues concentran la mayor parte de las actividades de tráfico marítimo, de extracción de recursos pesqueros y minerales, de actividades recreativas, de vertidos y eliminación de desechos, de conservación del medio y defensa del litoral y de urbanización de la costa.

Cada mar u océano tiene su particular situación ambiental en función de sus características geográficas y ecológicas, las actividades humanas que se dan en el litoral y de la economía de los países ribereños. El Mediterráneo, por ejemplo, funciona casi como un mar cerrado. Sin embargo, recibe grandes cantidades de agua dulce a través del Danubio y los ríos rusos que desembocan en el mar Negro. Del océano Atlántico, a través del estrecho de Gibraltar, recibe agua más salada. Con estas condiciones particulares, el agua del Mediterráneo se renueva con una frecuencia de unos 97 años. Esto nos indica que vive sus ciclos particulares. Junto con esta circulación específica del agua está la de los seres vivos que migran entre el Mediterráneo y el Atlántico y junto a ellos se modifican estacionalmente las relaciones autoecológicas entre los seres vivos que lo habitan.

La región occidental del mediterráneo cuenta con unos 250 millones de habitantes repartidos en un 70% en los países del norte y en un 30% en los del sur. El impacto que recibe de la población se concentra sobre unos 7.5 millones de Km² con densidades medias de entre 2 (como en Argelia) y 190 habitantes por km² (caso de Italia). La influencia sobre esta región marina nada tiene que ver con la del mar Báltico, por ejemplo.

En todo caso, aunque el mar y el océano se nos presentan como una realidad contigua a la tierra ésta no es sino una porción de un sistema global cuyos mecanismos y reacciones son de carácter planetario.

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La polución marina

Las vías por las cuales llegan al mar los productos contaminantes son numerosas. Aunque sin duda, la lluvia es uno de los principales agentes de dispersión. La limpieza salvaje de los tanques en alta mar y las descargas involuntarias aportan el 45% de la contaminación difusa de hidrocarburos. Los accidentes, en concreto el naufragio de superpetroleros, a pesar de ser localmente muy graves no aportan más del 20% de la contaminación por hidrocarburos, el resto procede de las operaciones de carga y descarga en puertos marítimos.

También se dispone de datos sobre la liberación de sustancias tóxicas al mar provenientes de fenómenos naturales tales como movimientos sísmicos o afloramientos geológicos. El efecto de la acumulación de sustancias tóxicas en el agua marina se detecta por la presencia de éstas en la carne de los peces. En el Mediterráneo, por ejemplo, en atún rojo, especie migradora y pelágica, que por tanto esquiva las altas concentraciones costeras, se han hallado valores que superan los 500 µg/kg. de mercurio con una media de entre 3 y 3.5 veces superior a los valores hallados en el Atlántico. Entre 1987 y 1988 más de 700 delfines embarrancaron en las costas del mar del Norte y murieron más de 15,000 focas comunes. Todos estos mamíferos marinos tenían niveles de PCBs y otros pesticidas significativamente elevados.

Otro indicador de la contaminación marina litoral es la eutrofización o aumento de la concentración de materia orgánica disuelta aportada por las aguas residuales urbanas. Sólo la cuenca mediterránea, con 46,000 km. de costa, recibe 2,500,000 de m³ de aguas residuales. En verano, por ejemplo, el litoral español con 1,200 km. de costa concentra 35 millones de turistas. En condiciones particulares, tales como quietud de las aguas y temperaturas elevadas, la gran abundancia de nutrientes pueden propiciar casos graves de polución orgánica, que se manifiesta con explosiones de algas marinas que pueden alterar la calidad de las aguas litorales. Este sería el caso de las famosas mareas rojas de algas tóxicas que afectan periódicamente algunas zonas costeras. Las áreas de producción mejillonera pueden padecer verdaderas catástrofes económicas frente a esta forma de contaminación biológica.

La polución orgánica en las áreas litorales también afecta a la calidad sanitaria para el baño debido a la gran concentración de bacterias colifecales que pueden ser perjudiciales para la salud humana. Finalmente, el mar también se ha convertido en diluyente de elementos radioactivos procedentes de las fugas en centrales nucleares, de los ensayos con bombas atómicas o de la lluvia radioactiva. Aunque la mayor parte de la radioactividad es debida a causas naturales, al menos un 1% deriva de la acción humana.

La sobrepesca

La actividad de la pesca se puede dividir en tres grandes grupos: la de arrastre o captura de las especies que viven masivamente situadas en el fondo y sus inmediaciones; la pesca de círculo por la cual se capturan las especies que forman bancos cerca de la superficie en aguas litorales o a mar abierto; y la pesca artesanal que utiliza desde grandes artes como las almadrabas hasta las pequeñas nasas, o el palangre (con el cual se extraen las merluzas de gran tamaño).

El agotamiento de los recursos pesqueros en los principales caladeros mundiales se perfila como uno de los problemas más acuciantes que padecen mares y océanos. Los avances tecnológicos no sólo en los sistemas de detección de los bancos de peces, sino también de los barcos factoría que pueden faenar, manipular y almacenar ingentes cantidades de pescado antes de regresar a puerto, ha permitido un aumento espectacular de los índices de capturas en las últimas décadas. Sin embargo, en los últimos cinco años se ha podido percibir que la pesca se ha reducido en los principales caladeros del mundo.

El pescado y los productos alimentarios de origen marino constituyen el 16% de las proteínas animales que se consumen en el planeta. Las repercusiones económicas tanto para los pescadores como para muchos pueblos que tenían como principal fuente de proteínas el pescado son ya estremecedoras, aunque sólo represente un 1% de la economía mundial. Tal como apuntábamos, el declive de la pesca se debe sobre todo al espectacular crecimiento entre 1970 y 1990 de la flota global y, especialmente, a la tecnificación del sector.

Pero la sobrepesca no sólo tiene efectos directos sino también indirectos. Una de las pérdidas más importantes de especies es a través de lo que se denomina la morraja; es decir, el pez que se desestima por falta de interés comercial en una redada. Sin ir más lejos, para pescar 1 kg. de gamba se destruyen alrededor de 30 kg. de pescados diversos que se vierten como residuo. Otra causa indirecta de alteración de los ecosistemas marinos son las famosas redes de deriva en alta mar. Se trata de enormes artes que pueden tener varios kilómetros que atrapan fauna marina de forma no selectiva. En 1990 la Administración americana calculó que las redes de deriva para la pesca de atún y calamares habían apresado a unos 42 millones de aves pelágicas, mamíferos marinos, tortugas, tiburones, etc.

Para que la pesca pueda entrar en una vía de uso sostenible se deberá, como mínimo, reducir la captura en los principales caladeros para que se recuperen. Esto supondrá cuantiosas inversiones para reconvertir las flotas y los pescadores que existen en la actualidad. Este es el camino que han emprendido países como Islandia, Taiwan, Canadá o Estados Unidos.

Caladeros de la Flota Pesquera

En el mundo más de 200 millones de personas dependen de la pesca e industrias anexas como modo de subsistencia. Esta dependencia de nuestra sociedad con la pesca ha supuesto también conflictos diplomáticos diversos por el hecho de que muchos países han reclamado el límite de la jurisdicción de las aguas marinas a 200 millas. Actualmente, son unas 120 las naciones que las ostentan. Esto ha provocado que algunos países con una importante flota pesquera vieran amenazada su actividad. Por su parte, los países con caladeros importantes defienden su posesión. Este sería el caso de España que cuenta con una importante flota y Canadá en cuyas aguas se encuentran algunos de los caladeros más productivos. La llamada "guerra del fletán" fue una acción defensiva canadiense para frenar el agotamiento de los recursos pesqueros de sus aguas territoriales.

La amenaza de las bioinvasiones

Antaño, hace unos 2,500 millones de años, el mar sirvió de caldo de cultivo para el desarrollo de la vida en la Tierra. Gracias a algas capaces de desprender oxígeno, que saturaron primero el agua marina y después la atmósfera, se formó la capa de ozono hace unos 600 millones de años. Merced a la protección del ozono estratosférico contra la radiación, la vida pudo asentarse en la tierra firme protegida de los letales rayos ultravioletas que el ozono absorbía. Durante milenios las comunidades de organismos marinos siguieron evolucionando según las leyes de la naturaleza. Actualmente, la actividad humana ya ha sido capaz de modificar este ecosistema. Las consecuencias de estas variaciones en el ecosistema marino debido a la introducción de organismos alóctonos son imprevisibles, especialmente a escala local que es donde con mayor virulencia pueden manifestarse.

Uno de los agentes implicados en el fomento de las invasiones en los ecosistemas marinos es el transporte internacional de gran tonelaje puesto que los barcos llevan un lastre con agua marina que toman en un puerto y liberan en otro que puede estar en las antípodas del lugar de origen. Entre las principales flotas del mundo hay más de 30,000 barcos mercantes cuya capacidad de lastre es de 2,250 millones de litros. Comunidades enteras de plancton, crustáceos, peces y otros organismos que viven en los sedimentos se convierten en polizones al ser succionados para llenar los tanques de lastre. Por ejemplo, en una bahía en el estado americano de Oregón fueron detectados 367 organismos marinos de la fauna japonesa cuatro años después de que unos barcos procedentes de este país soltaran el agua de lastre en la misma. Entre las bioinvasiones provocadas por el agua de lastre podemos citar la de ctenóforos en el mar Negro, las floraciones de dinoflagelados en la costa australiana o los mejillones zebra en los Grandes Lagos americanos.

Áreas singulares amenazadas en el litoral

Las praderas de posidonia

Una de las comunidades vivas más interesantes del litoral son las praderas de Posidonia oceanica. Se trata de una planta superior, no de un alga, que habita agrupándose en extensas formaciones vegetales como si de un bosque se tratara. Viven frente a la costa sobre fondos arenosos entre 0 y 25 m hasta un máximo de 40 m de profundidad. Sólo en el litoral mediterráneo ibérico se calcula una extensión de praderas marinas de unos 3,551 Km². Sin embargo, en las últimas décadas, estas comunidades marinas han sufrido los efectos de la contaminación orgánica, térmica y agraria, así como la de las extracciones pesqueras con cercos de fondo, arrastre o el marisqueo con gánguil. Igualmente, han incidido negativamente sobre las posidonias la hiperfrecuentación del litoral (fondeo de embarcaciones deportivas, instalaciones náuticas, construcción de puertos deportivos, regeneración de playas, etc). Entre las principales causas de su regresión se constata la eutrofizacion de las aguas costeras así como la degradación del litoral marino.

Los arrecifes coralinos

Los arrecifes coralinos conforman el ecosistema marino con mayor diversidad y fueron, sin duda, el crisol del nacimiento de la vida en nuestro planeta. No ocupan más del 0.17% de la superficie marina pero constituyen el hábitat de un 25% de las especies marinas. De ahí que les valga el apodo de "selvas tropicales marinas". Al igual que las selvas tropicales los arrecifes coralinos son auténticos reservorios de sustancias de gran interés para la ciencia médica. Para los 109 países que albergan los más de 100,000 km². de arrecifes coralinos estos constituyen una riqueza económica de primer orden puesto que el nivel de producción pesquera es entre 10 y 100 veces superior al del mar abierto. Los pescadores que faenan de forma artesanal en los arrecifes coralinos proporcionan alrededor de un 25% del pescado capturado en los países en vías de desarrollo.

La principal preocupación por la conservación de los arrecifes coralinos proviene de las observaciones científicas de su desaparición alarmante. Las causas principales son la contaminación y probablemente el cambio climático.

Los manglares

El manglar es un ecosistema cuya estructura viene dada por el árbol del mangle, cuya característica biológica es la de soportar cambios constantes de salinidad, altas temperaturas y escasez de oxígeno. El manglar se distribuye por las costas tropicales y subtropicales, en áreas protegidas de los vientos dominantes y aguas poco profundas tales como bahías, lagunas litorales, deltas fluviales, etc. El ecosistema del manglar destaca por su elevada biodiversidad. En sus aguas se reproducen y viven gran multitud de peces, langostinos y una gran variedad de mariscos. Tradicionalmente, han sido áreas muy apreciadas para la pesca artesanal. Sin embargo, en estos últimos lustros se ha destruído gran cantidad de superficie de manglares en todo el mundo. La causa principal ha sido la conversión de estas zonas litorales en espacios destinados a la acuicultura. Esta transformación de los manglares en lagunas para la acuicultura supone uno de los mayores atentados a la biodiversidad mundial.

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Tratados marinos internacionales

En la última mitad de este siglo, los países con intereses en mares y océanos se han visto obligados a reunirse en comisiones ejecutivas o a firmar acuerdos para intentar paliar los crecientes problemas ecológicos relacionados con la explotación de los recursos marinos y su utilización en general. En estos momentos, el derecho marino internacional empieza a ser tan vasto como el propio océano, aunque a menudo no se respeta.

Sin ánimo de ser exhaustivos, mencionamos algunas de las organizaciones y convenios más relevantes.

A mediados de los años 60 se creó la International Maritime Organization (IMO) con el objetivo de establecer regulaciones internacionales sobre la navegación a raíz de las grandes catástrofes de petroleros accidentados. La regulación de muchos aspectos relacionados con el transporte marítimo ha permitido disminuir en un 60% la polución causada por petroleros.

La International Whaling Comission (IWC) fue creada en 1947 para coordinar la pesca de ballenas entre los países que la llevaban a cabo. En 1985 consiguió establecer una moratoria a favor de la pesca de la ballena que fue ratificada en 1993. A pesar de ello, algunos países como Noruega y Japón se han negado a respetarla.

La Comission for the Conservation of Antarctic Marine Living Resources regula la extracción de los recursos marinos alrededor de la Antártida exceptuando ballenas y focas. El año 1991 estableció un límite en la captura de krill, el diminuto zooplancton que configura la base de la cadena alimenticia antártica.

La Convención de Londres es un organismo compuesto por 70 países creado en 1972. Su objetivo es el de regular la emisión de residuos tóxicos al medio marino. Su principal labor ha consistido en conseguir detener los vertidos de residuos nucleares. Desde 1992 existe una moratoria para no tirar al mar ningún desecho radioactivo. La Agencia de Energía Nuclear de la OCDE supervisó entre 1967 y 1982 la descarga de unas 95,000 t. de residuos radioactivos en el Atlántico. Según los expertos, antes de la moratoria se estaban vertiendo alrededor de 2,665,000 toneladas de productos radioactivos.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre las Reservas de Peces Sedentarios y Migradores celebrada en 1995 adoptó un tratado internacional vinculante para regular la pesca de estos.

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